sábado, 30 de octubre de 2010

Mecánica

Un día y otro y otro... Todos lo días lo mismo. Los movimientos son mecánicos y si apuramos y afinamos un poco más, hasta los sentimientos lo son. El sonido del despertador, la taza para el café, el billete del metro, el horario semanal... Las mismas caras, las mismas horas, los mismo habitáculos vacíos que al llenarse, carecen aún más de sentido.

La mecánica es algo peor que la monotonía. De la monotonía se puede escapar tan sencillamente como echándole más picante de lo normal a la comida o cogiendo un autobús en sentido contrario; pero la base de todo, la base de vida humana, al fin y al cabo, es esa mecánica de la que no podemos escapar; a la cual estamos atados desde el día en nacemos con unos lazos más fuertes que los que puedan intuírse en una relación personal. No es el destino de lo que no podemos escapar, sino de la mecánica. Si realmente el destino deparara cosas emocionantes, no permitiría que un día, una persona, un ser insignificante entre los miles de millones de habitantes del planeta; se parase en un momento indeterminado en medio de una calle llena de gente y los viese hacer todos los días exactamente lo mismo.

No obstante, la lluvia ha sido un buen comienzo. Tal vez el picante ayude un poco, también. Veremos.